Las víctimas inesperadas de las políticas migratorias de Trump: los granjeros estadounidenses

Durante mucho tiempo ha sido un secreto a voces que muchas granjas sobreviven gracias al trabajo de la fuerza laboral indocumentada. Ahora, la aplicación rigurosa de las leyes de inmigración ha causado una crisis en muchos sectores rurales de Estados Unidos.

 

HOMER, Nueva York — Mike McMahon tiene un temor: si a uno de sus trabajadores sin documentos le ponen una infracción de tránsito, eso podría causar que le hagan una auditoria migratoria a toda su granja. Si otro es detenido por agentes de migración en un punto de revisión en el camino o en el estacionamiento de un supermercado, el resto podría escapar. Y si su fuerza de trabajo sin papeles desaparece de la noche a la mañana, no hay manera de remplazarlos.

“Me mantiene despierto por la noche”, dijo McMahon, propietario de una granja que produce lácteos al sur de Syracuse. “Hay personas que simplemente dicen: ‘Mándenlos a todos de regreso y construyan un muro’. Pero, si eso ocurre, tendríamos anaqueles vacíos en las tiendas”.

Desde hace mucho tiempo ha sido un secreto a voces en la parte norte del estado de Nueva York que la industria de los lácteos ha podido sobrevivir porque depende de los migrantes sin documentos para su fuerza laboral. Ahora, esta región se ha convertido en un punto importante en el debate sobre las estrictas medidas del presidente estadounidense Donald Trump en contra de los migrantes sin documentos y su papel en la agricultura.

(...) Durante los últimos cincuenta años, las granjas de Estados Unidos han dependido de dos fuerzas laborales: los migrantes que se establecieron en el país durante la ola migratoria de las décadas de los sesenta y setenta; y aquellos que se quedaron temporalmente, al cruzar de manera ilegal la frontera durante cada temporada de cosecha. En la actualidad, los migrantes permanentes que ya se establecieron están llegando a los 60 y tantos años, mientras cada vez llegan menos migrantes estacionales a Estados Unidos y las operaciones de aplicación de la ley fomentan que los migrantes restantes salgan del estado.

“Actualmente vas a trabajar y no sabes si regresarás a casa para estar de nuevo con tu familia”, dijo Eladio Beltrán, un inmigrante de México que trabaja en un huerto de manzanas en Albion. Él está en espera del proceso de deportación después de que policías estatales le ordenaran detener su vehículo y lo entregaron a la custodia de ICE.

“No tener documentos y vivir en el estado de Nueva York ya no vale la pena”, dijo.

Víctor Cortez, de 42 años, ha trabajado en granjas de lácteos

durante quince años, y se especializa en recortar pezuñas y en

inseminar a las vacas.