Con la comida no se juega

Diputados, comentaristas, políticos y periodistas alzan su voz en Rusia contra el decreto presidencial que ordena la aniquilación de las importaciones de alimentos procedentes de Europa.

DOMINGO 16 DE AGOSTO, 2015.

"Para nosotros, los habitantes de San Petersburgo, una ciudad en la que durante la segunda guerra mundial murieron centenares de miles de personas de hambre debido al asedio militar de los nazis, es muy difícil tolerar las imágenes televisivas de bulldózeres destruyendo comida". A través del teléfono, Aleksándr Kobrinsky, diputado por el partido liberal Yábloko en la asamblea legislativa de la segunda ciudad de Rusia, apenas logra contener su indignación, tan solo cinco días después de que entrara en vigor el decreto firmado por el presidente ruso, Vladímir Putin, en el que se ordenaba la destrucción de los productos agrícolas procedentes de la UE y cuya entrada está vetada en Rusia debido a las contra-sanciones decretadas por Moscú.

Kobrinsky, conjuntamente con su compañero de filas Boris Vishnevski, han dirigido una carta a las autoridades rusas solicitando que no se arruinara la comida requisada y que se le buscara otros usos "en un país en el que, según Rosstat (el instituto de estadísticas) el 15% de la población vive bajo el umbral de la pobreza". "Los hospitales, los pensionistas, los hospicios necesitan esa comida", propone Kobrinsky.

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