por Abdul Karim Bah
La historia de Umaru Kargbo, en la ciudad norteña de Makeni, a 113 millas de la ciudad de Freetown, capital de Sierra Leona, habla de resistencia y determinación para salir de la pobreza. También habla de cómo un país plagado de sufrimiento y estancamiento causado por años de guerra civil y jóvenes armados que atemorizaban las áreas rurales, está emergiendo lentamente para convertirse en un país donde la juventud, hasta ahora marginada, está participando en el desarrollo nacional y la transformación social.

El desempleo de la juventud es una de las mayores causas de la guerra en Sierra Leona y una grave amenaza para la paz que goza el país hoy en día. Aproximadamente 800.000 jóvenes entre los 15 y 35 años buscan empleo activamente. Algunos de estos jóvenes carecen de habilidades y educación. Además de tener que competir por los pocos empleos que hay disponibles, es aun más difícil para las personas con discapacidad y con una educación básica.

Umaru, más conocido como K-man, es uno de los jóvenes a quienes les espera un futuro sombrío, un futuro mendigando en la calle y en los mercados locales para subsistir. A los 10 años de edad, Umaru sufrió de polio, una enfermedad viral aguda que está muy extendida entre los niños de Sierra Leona y que causa parálisis infantil. Hace tres años, Umaru, de 29 años de edad, se mudó de su pequeño pueblo natal a Makeni, la ciudad más grande en el norte de Sierra Leona, donde sobrevivió mendigando en las calles.


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http://www.undp.org/content/undp/es/home/ourwork/ourstories/Tackling-youth-unemployment.html#

Ébola, enfermedad política         

El Mundo 17 Oct 2014 

Hace varias semanas el ébola dejó de ser un problema de África occidental. También dejó de ser una crisis de salud o un alarmante brote epidémico. Como ha dicho la directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan, “se trata de una crisis social, humanitaria, económica, y una amenaza a la seguridad nacional que se extiende más allá de los países afectados”. Se ha convertido también en una preocupación política, prioritaria en las agendas de las instancias multilaterales, y en todo un desafío para la cooperación internacional.

La enfermedad ha recordado al mundo la precaria situación en la que viven los países africanos. Con el primer brote en 1976, en Zaire (hoy República Democrática del Congo), donde empezó a transmitirse como consecuencia de las condiciones poco higiénicas de los servicios hospitalarios, y con los posteriores brotes en Sudán, Costa de Marfil, Uganda y Sudán del Sur, África aparecía como el olvidado epicentro de una amenaza internacional aún más preocupante que las guerras y los movimientos armados extremistas.

La pobreza reinante en ese continente y la precariedad de su infraestructura sanitaria son causas profundas del ébola. En Liberia, un pequeño Estado que ha aportado al menos el 75% de los muertos por esta enfermedad, sólo el 18% de la población tiene acceso a servicios sanitarios básicos. Los hospitales apenas disponen de 620 camas, un 21% de las necesarias. Hay un doctor por cada 100.000 habitantes. El 84% de la población está por debajo de la línea de pobreza. Los muertos llegan a 2.458, según la OMS. El panorama no es muy distinto en Guinea (843 muertos) y Sierra Leona (1.183 víctimas mortales).


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