Nadie quiere vivir en Eritrea

Isaías Afeworki gobierna el país desde su independencia bajo un estado de excepción justificado por el conflicto con Etiopía. Su población huye porque no ve un futuro.

25 JUNIO 2015

"En Eritrea todo el mundo tiene miedo de todo el mundo. Nadie habla, ni siquiera con su madre o sus hermanos". Un refugiado eritreo cuenta por qué nadie quiere vivir en su país bajo una condición: "Si publicas mi nombre podrían matarme".

La ceguera internacional ante las atrocidades del régimen totalitario eritreo podría empezar a remitir con los trabajos de una comisión de investigación de la ONU, que ayer admitía que es un país "definido por la represión y el miedo".

Unos 5.000 eritreos huirán este mes empujados por temor a morir de hambre, a ser encerrados en una celda ignota o torturados, un miedo que aboca al éxodo masivo.

Se estima que en Eritrea viven 5,5 millones de personas, pero nadie lo sabe a ciencia cierta porque su Gobierno lleva años sin censar a la población. "Se ha pospuesto debido al conflicto de fronteras con Etiopía", asegura un informe del Fondo de Población de Naciones Unidas.

Esta disputa, que llevó a la guerra a ambos países entre 1998 y 2000, es el argumento que el líder de Eritrea desde su independencia, el dictador Isaías Afeworki, todavía esgrime hoy para justificar un "estado de excepción" permanente, sin elecciones ni derechos básicos.

Situada en los últimos puestos del mundo (el 177) en el índice de desarrollo de la ONU y en los primeros por el nivel de censura, la "Corea del Norte africana" ha forzado en la última década al exilio a 363.000 personas, que sueñan con alcanzar las costas europeas o de la Península del Sinaí.

La tragedia que dejan atrás merece el riesgo: "Todo el país vive como un esclavo. Ni siquiera los que tienen empleo ganan suficiente dinero como para alimentar o educar a sus hijos".

Así lo cuenta un periodista eritreo refugiado en Nairobi, uno de los pocos que se atreven a hablar de lo que ocurre dentro de la "cárcel más grande" del mundo.

Al nacer, el eritreo será arrojado en el 70 % de los casos a una vida de miseria y pasará hambre la mitad de las veces, según datos del Banco Mundial y Unicef.

Menos del 50 % podrá ir al colegio, mientras el resto trabajará la tierra yerma o en los negocios de sus familias, en el caso de que no haya sido expropiados por el Estado.

Ninguno pisará la universidad, porque la única que existía, en la capital, Asmara, cerró sus puertas hace una década tras unas protestas estudiantiles.

Al llegar a la pubertad, el eritreo se enfrentará a un dilema: hacer el servicio militar obligatorio, del que algunos jamás regresan a la vida civil, o fugarse.

"Cuando un niño llega a los 15 años, sea del sexo que sea, es el momento de huir antes de quedar atrapado en el servicio militar", declaran nacionales al observatorio International Crisis Group (ICG).

El eritreo morirá a menudo al intentar cruzar la frontera. Tenga 18 ó 6 años, dispararán a matarle, a no ser que haya pagado los 6.000 dólares que cuesta el "documento especial firmado por el presidente" que compra la libertad de los exiliados.

"Todo el mundo quiere dejar ese país porque no tienes ningún derecho, porque cualquiera puede quitarte la casa. Los únicos que no se plantean huir son los que tienen 80 ó 90 años. Porque no pueden", asegura el refugiado, de 47 años.


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Despavoridos por Eritrea

Autor: DPA Fecha: 2015-04-24

Decenas de miles de eritreos intentan cada año comenzar de cero en Europa. Para ello se enfrentan a una peligrosa travesía por el mar Mediterráneo que, en muchos casos, termina con la muerte. Sin embargo, pese al elevado riesgo, la huida parece ser una alternativa mejor a quedarse atrapado en este empobrecido país del Cuerno de África gobernado de manera dictatorial.
 Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), los eritreos suponen la segunda nacionalidad de emigrantes y refugiados que huyen de su país en precarias embarcaciones, sólo por detrás de los sirios.
 "La principal causa de su huida es la increíble represión de todas las libertades que lleva a cabo el gobierno", explica Leslie Lefkow, vicedirectora para África de la organización humanitaria Human Rights Watch. En Eritrea no existe oposición como tal, como tampoco hay medios independientes ni asociaciones civiles.

(...)

Además de la represión política, entre los motivos que impulsan a los eritreos a huir figura también la pobreza en que vive sumido el país. De acuerdo con el índice de desarrollo de Naciones Unidas, que contempla factores como la sanidad o la escolarización, Eritrea se encuentra en el puesto quinto del ranking mundial. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el producto interior bruto de este país de seis millones de habitantes se situó en 2014 en unos 4 millones de dólares (a modo de comparación: el alemán fue de unos 3,800,000 millones de dólares).


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